De todos los cuentos que he leído de Isabel Allende el que más me ha impactado es el de Belisa Crepusculario, una campesina que empezó a comerciar con las palabras, de repente se dio cuenta de que las palabras andaban por ahí sueltas sin que nadie hiciera nada por apropiárselas, lo mismo escribía cartas de enamorados, por cinco centavos entregaba versos de memoria, por doce inventaba insultos para enemigos irreconciliables, también vendía cuentos y al final regalaba a cada cliente que le comprara 50 centavos una palabra secreta para espantar la melancolía.
El cuento de Belisa Crepusculario se encuentra en el libro Cuentos de Eva Luna de Isabel Allende, con una belleza que solo la autora puede imprimir a sus historias se va tejiendo la historia de esta mujer muy humilde que una vez salió de su terruño para recorrer Pueblos con su atado bajo el brazo logrando captar la atención de los aldeanos.
Con que facilidad lograba Belisa redactar sus textos!, esa misma destreza quisiera yo para expresar las ideas .
Más bien creo por el momento que necesito la palabra secreta para espantar la melancolía que en ocasiones me asalta, sobre todo cuando dejo de escribir para un medio.
Siempre me ha apasionado el periodismo, desde que tengo uso de razón me he dedicado a leer el periódico, las editoriales, espectáculos, columnas, la sección de locales e internacionales, sociales pero si he de ser honesta la sección deportiva es la que me salto.
Escribir tanto notas periodísticas de interés como reportajes ha sido un desafío, pero abordándolos con pasión y verdad se puede lograr un buen resultado, por eso es que ahora me siento como que me hace falta escribir.
No me considero que sea una reportera muy osada como que en alguna ocasión haya puesto en peligro mi vida y la de mi familia por realizar reportajes de investigación con temas difíciles como crímenes o el narcotráfico que tantas desgracias ha traído a nuestro país, me gusta abordar todos los temas pero desde un punto de vista humanista, captar las emociones sean positivas o negativas, el pensamiento de las personas, hechos concretos o ideas, de ahí que estas hablen por si solas de los efectos de una situación o una vida dedicada tanto a hacer el bien como a practicar el mal.
Si hemos de ser justos habrá que reconocer que he tenido grandes maestros que han aportado mucho con sus conocimientos para lo poco que he aprendido y quiero reconocerlos ahora, a mi amigo el escritor de algunos títulos como Afuera hay un Mundo de Gatos, Pasos, Repasos y Tropiezos, Los relatos de la Sierra entre otros, Jesús de León quien con su humor ácido y su crítica despiadada me ha hecho puntuales observaciones que sin duda me han dejado enseñanzas y mucho cariño.
A quien en alguna ocasión dirigió Consejo Editorial del Gobierno del Estado y tuvo la confianza en mí para que lo apoyara en varios eventos culturales y literarios durante un tiempo muy fructífero del Consejo en el que se llevaron a cabo Encuentros de Escritores, presentaciones de libros y otros eventos, a pesar de las controversias, el licenciado Gabriel Pereyra de la Lanza.
Al señor Carlos Robles Nava quien me recibió casi recién egresada en la Agencia SIP y me enseño en la práctica el oficio del periodismo, a abrirme camino y sobre todo a defenderme cuando alguien menospreciaba mí trabajo.
A Carlos Soto quien tiene una vida dedicada al periodismo muy discreto y ecuánime, por eso me tuvo un poco de paciencia, me aceptó cuando aún era estudiante para realizar mis primeras notas en El Sol del Norte y así poder costear mis estudios y recientemente me abrió las puertas en el Diario de Coahuila, medio en el que me desempeñé en varias ocasiones primero bajo las órdenes de la señora María Guadalupe Durán y el licenciado Roberto Orozco Melo, dos personas muy valiosas y de una pieza, últimamente Hilda Soria por su generosidad al frente del suplemento juvenil Somos.
A mis maestros en la Facultad de Comunicación; siempre presumo que tuve como maestro al licenciado Armando Fuentes Aguirre, de todas las clases que tomé en la carrera, la primera fue con él, recuerdo que no deseaba que terminara su hora, era tanto lo que se podría aprender y de toda su cultura que parecían insuficientes los 45 minutos, lo había leído mas no tenía el gusto de conocerlo hasta ese día, al finalizar, pregunté a una compañera quien era ese maestro que había impartido esa clase tan interesante y me contesto- Como es posible que no lo conozcas! en Saltillo era muy conocido, pero venía de otra ciudad y en ese momento supe que se trataba del autor de la columna que no me perdía a diario.
Al licenciado Javier Villarreal quien nos mostró la arquitectura del mundo, bellos edificios y estilos en diversos países y culturas, entre otros conocimientos muy importantes los cuales se han quedado grabados para siempre.
A la maestra Aidé Abril por su generosidad y sus consejos, la directora Elsa Flores quien se distinguía siempre por su amabilidad hacia los alumnos al impartir su cátedra y también al dirigir la escuela siempre dispuesta a los eventos que aportaran mejores conocimientos para todos.
Creo que no terminaría de nombrar a muchas personas, así quizá con mis inconsistencias pero siempre ávida de conocimiento, por eso no creo que haya quien diga que ya ha terminado de aprender todo en la vida, siento que se encuentra en un error, siempre estaremos aprendiendo y más si se tiene hambre de saber.
Cada reportaje o nota periodística enseña algo, principalmente que no se puede prejuzgar a una persona o situación si no se conoce, por añadidura, en este oficio del periodismo se conocen personas a diario, eso ha sido emocionante, por eso creo que seguiré en esa ruta siempre, aun cuando sea por mi cuenta ya les daré una sorpresa.