Uno de “Los invisibles” ha dejado sus zapatos inservibles cerca de mi bote de basura, espero que haya sido porque consiguió al menos unos en mejores condiciones, pasan por aquí siempre, unos van al norte otros vienen después de haber sido repatriados, algunos son mexicanos, otros hondureños o guatemaltecos.
Se habla de ellos en masa, se refieren a ellos como “migrantes” y se cuentan por cientos de miles, pero cada uno de ellos carga una historia de carencias, violencia, tristeza y anhelos.
Ellos aun creen que pueden estar mejor, ¿cómo quitarles esa esperanza?- van al norte por eso para vivir mejor y reencontrarse con sus familiares que tuvieron la suerte de llegar.
Pero antes de llegar los asaltan, los quieren reclutar para el crimen, pasan hambres, los pies se les destrozan y también sus zapatos, no pueden asearse, sufren acoso y violaciones sexuales, incomodidades todo eso por llegar a los Estados Unidos.
En aquél País no los quieren ver y aquí en México como si pasaran de noche, son invisibles incluso cuando pierden la vida en el cruce del Río Bravo o en los desiertos, porque no cargan con ellos identificaciones, caminan sin nombre, sin apellido, sin recursos, sólo los acompaña como dije el hambre y el cansancio.
Aun así, son como la mariposa monarca que viaja cada año a nuestro país, traen en sus genes la fortaleza, la templanza para soportar todo, aun cuando les muevan los santuarios, ellas llegan y ellos también, solo a México porque la barrera de el País del norte es infranqueable y no solo es física, es el rechazo, la discriminación y el odio.
Miles de niños están varados y serán repatriados paulatinamente, día con día pasan de nuevo de regreso ya sin esperanza.
Es un problema tan complejo, como hacer que se queden en su casa si no hay trabajo, peligra su integridad física, escuche a una madre decir “si me quedo, me va mal”, “si me voy también pero lucharé para que a mis hijos no pase nada, daré mi vida si es necesario”.
Que necesita hacer la poderosa nación para parar la migración, en mi humilde opinión se me ocurre, prestar dinero y capacitación e inversión en esas naciones para que las familias centroamericanas tengan mejores oportunidades y no deseen viajar, que a nuestro País ya no le preste dinero, recomiende una mejor distribución de la riqueza y más seguridad para nosotros los mexicanos, porque dinero hay pero mal repartido, con suficiente egoísmo para hacer poderosos a unos y más pobres a otros.