
Hoy al sentarme aquí a escribir tengo sentimientos encontrados, uno de ellos viene de una plática que tuve hace unos días con Vero que yo quiero mucho y con la cual no he dejado de comunicarme a pesar de la distancia que nos separa.
Ella me dice que lo que yo he escrito la ha ayudado a recobrar la fe en la amistad, cosa que agradezco, porque en realidad lo que originó este blog fue una necesidad de expresar mis ideas algo que había dejado de lado desde que abandoné el periodismo.
Y pues sinceramente como estamos ahora inmersos en una serie de malas noticias en los medios es reconfortante escuchar algo tan agradable, lo lógico después de leer y ver en la televisión tanto de desastres naturales, sismos, delincuencia etc… es que supongamos que la armonía y la convivencia entre las personas ya no es posible en paz.
A ti, mi querida prima te digo, la amistad existe y es tan duradera que pueden pasar 30 años y aun sigue ahí, aunque las personas no se vean, no se toquen.
Y a veces del comentario mas trillado que puede haber, como un “Que frio que calor y el que murió ayer” como decíamos mis amigas y yo para hacer conversación con alguien, un futuro amigo, lo llevábamos a cabo y ese comentario tonto desencadenaba otros y otros hasta llegar a intimar con las personas y lograr una amistad verdadera.
El otro lado de mis sentimientos encontrados es el desconcierto mas no decepción ante mi invisibilidad para algunas otras personas por las cuales yo siento mucho afecto, aunque no estén ya a mi lado.
Yo conviví un tiempo con unas personitas maravillosas, que me hicieron la vida muy feliz y ellas no se han alejado de mi, por lo menos de mi mente, porque radican muy lejos de donde vivo.
Quizá en este momento estén muy ocupadas con sus vidas y sus hijos, muchas tareas por hacer, corriendo de aquí para allá entre el trabajo y cosas cotidianas.
Pero aquí en mi mente yo las conservo aun así sin prisas gozando de cada momento del día entre las tareas de la escuela y la convivencia en la casa.
Pienso que cada una de nosotras las mujeres tenemos en el carácter el oficio que realizaremos, veo a mi Trini “tranquilina” como yo le puse, levantándose lentamente de su cama por las mañanas para arreglarse e irse a la escuela de Psicología, con una paciencia y tranquilidad que ahora le envidiaría, a ella, preguntaba yo cuando estaba a punto de terminar la carrera porque no me analizaba y me decía claramente “no puedo hacerlo” “te conozco perfectamente bien” “no sería objetiva”, ahora entiendo porque.
A ella le debo el escuchar silenciosamente todos mis problemas de aquel tiempo, que no son los mismos que ahora, el soportar mis llegadas tarde a su cuarto y despertarla para contarle algo que me había sucedido durante mis salidas, aunque se quedara dormida a medio relato, yo se lo agradecía, lo único que a veces escuchaba de sus labios era “ y tu que andas haciendo allá” , para volver a su sueño.
Hoy Trini tiene una familia, dos niños muy inteligentes y traviesos y una nena que ocupan todos sus días no la he visto en algún tiempo y no hay comunicación con ella por el Internet porque no se ha habituado a utilizarlo, no porque no sepa como hacerlo, el tiempo que podría ocupar frente a la computadora lo emplea en su familia, o en otras labores.
Su hermana Adelita, con la que conviví también es tan diferente, ella toda energía y vitalidad, hizo la carrera de Educación Física, el ejercicio era su fuerte, bailar también, fue con la única que tuve una discusión un día, cosas sin sentido diría ahora, sin embargo ahí me demostró su carácter fuerte, y luego ya medimos los terrenos .
No olvido el día en que una compañera de la casa donde vivíamos se fue a su tierra era de Guanajuato, ella tenía unos vestidos muy glamorosos, vaporosos o no se como describirlos, no dudó en ponérselos y empezar a bailar, zarzuela y zones mexicanos como nos hizo reír esa vez.
El fin de semana era día de comprar los alimentos que prepararíamos por turnos en la semana entonces yo era muy renuente a las verduras y aquellas bolsas era lo que contenían, sobre todo col, que yo no podía comer ni empanizada siquiera, ahora entiendo porque estábamos todas delgadas, ahí venia yo refunfuñando por los verdes alimentos que a petición de la mayoría se cocinaban.
Cada una tenía sus amigas, eso de acuerdo a la escuela a la que asistíamos así que todos nos conocíamos, aunque unos mas que otros, ya un día estaban los compañeros de Trini, de Ade o de Rocío.
Rocío, soñadora, gustaba mucho de leer sobre la realeza y el Jet Set, en los tiempos mas duros, cuando la comida escaseaba, se ponía a leer recetas en las revistas de la comida mas esquisita y de los paseos de los famosos.
Nos transportaba por momentos a ese mundo y luego al voltear nos ubicábamos en la realidad, eso si, nunca tristes, que si no había esto o aquello, nadie se ponía triste, compartíamos hasta el ultimo grano de frijol que hubiera, con gran alegría.
Ahora ella vive en Estados Unidos luchando por conseguir un futuro para sus dos hijos, lo mas preciado, trabaja muy duro, es administradora de una empresa y gran mujer, por eso a veces disculpo el que no se comunique la veo ahí siempre ocupada, me quedo con ganas de interrumpirla y saber de ella, ahora lo sabe.
Y mi Alma, como dejar de recordar a mi Alma. Alegría de aquella casa, amiga tan solidaria que me ayudaba a hacer mis tareas cuando por andar con mis amigos tenía que trabajar hasta tarde para presentarla al día siguiente, divertida siempre con una sonrisa como acostumbra hasta la fecha, recuerdo que mi familia preguntaba-¿ De que se ríe?- y yo les decía así es ella, siempre encuentra un motivo.
Con ella era con la que mas convivía , hasta la fecha, porque íbamos a la misma Facultad de Comunicación, sus amigos eran mis amigos y viceversa.
Un día hicimos una fiesta en el patio de aquella casona ubicada en Pipila 225, tenia un patio central y los cuartos alrededor como muchas casas de ahí de Saltillo, entonces se fue la luz, pero no, eso no hizo que la fiesta se terminara, trajeron un radio pequeño y todos se pusieron a bailar alrededor del radio para poder escuchar la música.
Ahí estaba mi compañero y amigo Josè Mena bailando encogido a un ladito del radio para poder escuchar.
Es a ella a la que veo con mas frecuencia ha sacado adelante a su familia todos estos años dos jovencitos Jorge y Memito y una niña preciosa Sofía.
En tiempos de estudio viajábamos en tren según que para ahorrarnos, el tren salía de Saltillo y luego pasaba por Monclova ahí se quedaban Trini, Adelita, Rocío y Alma cuando lo hacíamos juntas no siempre, y por ultimo yo le seguía hasta Sabinas, todo el camino comprando esto y aquello así que el ahorro se quedaba ahí.
Una vez viajamos en un tiempo en que había hielo, las ventanas del tren se congelaron y como estábamos en segunda clase no había calefacción a mi se me fueron congelando las rodillas y luego los pies, entonces Almita me cubrió mis pies, ahora pienso lo que hace una por los amigos.
Todas aportamos algo para que la amistad no acabase, y es claro que fue algo muy grande porque mis viajes a Saltillo que cada vez son menos frecuentes es para encontrarnos de nuevo y reír a carcajadas, de todo lo que hicimos.
Bueno espero con el tiempo no volverme invisible ni para sus ojos ni para su corazón porque al menos yo las tengo muy presentes, Gracias por haberme dado tanto, por su comprensión y cariño “chicuelas”.