
Pepita, Tía Pepa, Josefita o Pepa, de cualquier manera que se le llamara por su familia o sus amigos ella era una persona especial que se entregaba con cariño a la tarea de cuidar, toda su vida lo hizo primero de sus hermanos, sus padres, sus entenadas y luego de nosotros.
Nadie hubiera podido hacer mejor esa tarea, cuidar y educar a seis no es una labor muy fácil, con autoridad, cariño y disciplina.
Es la única persona que he visto dar órdenes con los ojos, lo hacía cuando llegaban a visitarla y nosotros nos quedábamos ahí en la sala, con solo una mirada nos decía “estas no son pláticas para ustedes- quién los llamó? Solo nos hablaba para pedirnos una taza de café para sus invitados, porque eso si sea quien fuere que acudiera a la casa no se iba sin comer algo o al menos tomar una taza de café, casi adivinábamos el momento en que lo iba a decir –traigánle un café a Maria – o Rita o quien fuera, calentábamos el café de olla que ella preparaba y esperaba a que se asentara para luego servirlo.
A propósito- una vez que se terminaba guardaba las bolsitas para completar las suficientes para llevarnos al cine, porque entonces había esa promoción.
Tenía una voz muy fuerte y autoritaria, jamás la escuché decir una mala palabra, cuando se molestaba por algo solía usar la palabra “peladísimo” o “peladísima”, tenía una formación católica muy arraigada, no faltaba a misa los domingos.
Cuando veo a Evangelina Elizondo (actriz) me la recuerda mucho, porque ella tenía el cabello como plata, me preguntaba yo como le hacía para que siempre luciera perfectamente peinada como si fuera a un salón, y después ella misma me reveló el secreto, no se peinaba con cepillo sino con peine, y lo hacia de abajo hacia arriba no como nosotros.
Se las arregló para lucir espléndida todos los días, tacones y medias, bien vestida porque ella misma se cosía su ropa en la vieja Singer, le gustaban mucho los trajes sastre y también nos confeccionaba a nosotros la ropa, no se como pero aprendió a cortar el cabello así que se ahorraba unos pesos para que en la casa no faltara la comida porque siempre nos mandaba a la escuela almorzados, no puedo olvidar las tortillas de maíz hechas a mano y las de harina que no se si las amasaba con leche, sabían a gloria.
A propósito de su cabello una vez sentí mucho que se le quemaran algunos del frente, a mi hermana Paty se le ocurrió prender el algodón que simulaba nieve bajo el arbolito de navidad, prendió todo y mi Tía gritaba –trae agua para apagar esto!!! Y entonces yo corrí a llenar una cubeta, pero como veía eso demasiado lento, metí la manguera a la casa y así pude controlar el fuego, claro quedo todo mojado los muebles y todo, pero siento que hubiera ocurrido una tragedia.
Ah- Jamás volvimos a ver esos arbolitos de Navidad, ella se tomaba su tiempo para hacer unas casitas de cartón que cosía a mano, con ventanas y todo, encontrar un cenizo para después ponerle esferas y pelo de Ángel, precisamente bajo el arbolito colocaba el algodón simulando nieve y luego colocaba las casitas que luego iluminaba con foquitos por dentro, se veía hermoso, también simulaba estanques poniendo espejos y algunos cisnes de plástico, cuando llegaba navidad ya estaba todo listo.
Quién mas se iba a tomar el trabajo de hacer todo eso para que tuviéramos una alegre navidad pese a las carencias.
Cuando estaba en mi adolescencia no la entendía pensaba que ella era demasiado rigurosa con nosotros, no nos dejaba llegar tarde, nos tenía tareas, -a ti te toca lavar los platos-, a ti-o sea a otra de mis hermanas hacer de cenar una vez por semana, a ti, barrer el patio, cada una teníamos que cumplir con ellas, a pesar de que no hubiera castigos, ahora le agradezco el que nos hiciera tan independientes y fuertes, ella detestaba la pereza.
Luego cuando mis hermanas mayores crecieron Grisel y Esmeralda y empezaron a trabajar nos pagaban para que hiciéramos sus labores, no nos caían mal unos centavitos para comprar dulces.
A mi único hermano Beto lo quería mucho, cuantas veces la ví cosiéndole los botones de sus camisas, él llegaba de la escuela como si hubiera ido a una pelea, era muy inquieto.
A él en un tiempo le dio por llegar tarde, y ahí estaba ella preocupada, entonces había un policía que cuidaba la colonia todas las noches, lo llamó y le dio la queja, una noche llegó el y al ver al policía se subió a un árbol entonces el policía lo alumbró con su linterna y le dijo- bájese!! Muchachito!!! Y entonces mi hermano bajó del árbol y le tocó una dura reprimenda, jamás volvió a hacerlo.
A Marisol la menor de todas nosotras, ella la acogió con mucho cariño, mi hermana pequeña dormía con ella y disfrutaba mas de su compañía, se encargó que dejara el biberón porque no quería hacerlo, una vez pasando por una escuela que esta en el centro, Marisol jugando lo tiró por la cerca y quedó dentro, a lo que todos dijimos fue muy conveniente, ese fue el ultimo, pedía que nos cruzáramos la cerca para rescatárselo pero mi Tía no lo permitió – no se puede le dijo- no se puede entrar ahí, y jamás le volvió a comprar otro, no hallaba como quitárselo.
Ella no dormía hasta que llegaba el último en la casa, cuando crecimos y empezamos a frecuentar discos (ahora antros) y bailes, pasábamos por su cuarto y nos decía –Huelen a viejillo- lo que quería decir es que huelen a cigarro, y entonces era porque la gente que estaba a nuestro alrededor fumaba y quedábamos impregnadas, el vicio lo adquirí yo después.
Se ha dicho mucho acerca de que las personas que se nos adelantan el único legado que nos dejan es el recuerdo, hablando de cosas espirituales, pues el que ella dejó a sus amigos, familia e hijos como fuimos nosotros para ella es el mejor recuerdo que se pueda tener de una persona.
Una mujer fuerte como no he conocido a ninguna, cuando enfermó y sus rodillas no le respondían, se sentía mal de depender de alguien, ella lo decía se sentía como que ya no era útil, nosotros le respondíamos que después de todo lo que ella había sacrificado por nosotros, el que la cuidáramos era lo mínimo que podríamos hacer.
Creo que me llevaría muchas páginas escribiendo todo el bien que ella brindó a todos, a mi padre quien la vió como si fuera una madre y que ella siempre reprendía cuando se salía a tomar, igual que a mi tío Juan que también se casó cuando ya era mayor.
Se fue pronto a mi me dieron la noticia cuando estaba estudiando y trabajando fuera de mi Pueblo, y me la soltaron así sin preámbulos, fue duro viajar así, pero llegué a tiempo para despedir a mi Tía Pepa, la fuerte, la que se reía con tantas ganas, la que nos brindó su vida y su compañía cuando mas la necesitamos y de quién tenemos el mas bello recuerdo y algunas buenas costumbres que nos dejó.
Me pregunto ahora porque no le dije estas cosas cuando ella estaba viva, pero es así, ocupada con mi estudio, amigos y trabajos, solo atinaba a llegar con algún regalo para ella cuando regresaba al hogar un abrazo también.
Porque se van las personas buenas como ella, sólo dios lo sabe, quizá necesitaba a alguien que pusiera orden allá arriba con algunos diablillos inquietos.