“El pícolo” probó la libertad y le gustó, sí, desde que salió por vez primera de esa azotea ya no fue el mismo, sólo quería andar afuera, se empezó a ir por un día, luego tres días y luego ya no supimos de él.
“Sinverguenza, ahora si te comes todo lo que te doy verdad, donde andabas”, me despertaron unos reclamos, pensé, Tina ha de estar regañando a los muchachos alguien llego tarde, no, era al “Pícolo” que había regresado después de unas noches de juerga con una perrita vagabunda por ahí.
Era el perrito predilecto de la familia un especie de salchicha grande, color blanco con manchas cafés, siempre me pregunté que raza era, nadie me supo decir, siempre me saludaba amigablemente con la cola, cuando estaba ahí, porque siempre en la escuela, en el trabajo o con mis amigas.
Al igual que el “Pícolo” yo también estaba adoptada entonces por la familia, primero vivía con las hijas de Tina, en aquel tiempo de universidad, luego se reunió toda la familia, mi cuarto y el de mi amiga era independiente en la planta alta, el Pícolo siempre se daba cuenta cuando llegaba tarde, solo se le oía como refunfuñar, a través de la puerta, como si me oliera.
Tina siempre me sorprendió, era como que hacia infinidad de cosas a la vez, alimentaba a sus hijos, a los perritos entre ellos el Pícolo, lavaba, planchaba, todo el quehacer de la casa, ir al mandado y aun así se daba tiempo para platicar y reír a carcajadas con unas ganas que contagiaba, con sus hijos, con Chuy su marido, siempre le celebraba sus ocurrencias.
Amor a manos llenas, formaron una familia edificada con muchos valores y con obediencia a Dios, que fue mi familia durante un tiempo amigas que fueron y son hermanas, con las cuales estudiaba, paseaba, divertía y raramente discutía.
Pero Tina siempre se las arreglaba para tener un plato en la mesa, aún en épocas difíciles, cuando recién llegados a la ciudad se estaban acomodando, dar estudio a todos sus hijos y no solo eso, el cariño que nunca les falto, como un alimento mas que los hizo lo que son, personas de bien.
Apoyada por Chuy pilar de la familia, fueron sorteando dificultades y cambios, han visto crecer la familia y también han pasado muchos problemas.
“Tina a vencido a la enfermedad” reza un encabezado de un mail de mi amiga da gracias a Dios una enfermedad que quiso acabar con su fortaleza, pero no lo logró, porque Tina es de buena madera, no fácilmente cae.
Y seguramente por muchos años seguiremos escuchando reír a carcajadas, con la alegría que da Dios, porque ella confía en él, siempre lo ha hecho, en las buenas y malas, ella sabe que siempre esta ahí.
Las distancias nos han separado pero su recuerdo sigue aqui, para cuando regrese quizá en Navidad a probar sus ricos pasteles, porque siempre algo se cocina ahí en ese hogar, algo que huele rico.
Ya todos los hijos se fueron, pero siempre regresan mas, la familia ha crecido mucho y la ayuda también ahora no dejan que Tina se canse, nunca faltan manos y apoyos, ahora toca a ellos retribuir tanta dedicación tantos desvelos y apuros, que siempre se dieron generosamente, sin regatear un minuto. Tenemos Tina para rato.
Siempre me he preguntado si los perritos tienen alma y que pasará con ellos cuando nos dejan, siendo tan leales y nobles hasta que se les atraviesa una bella perrita que les hace ojitos y se van …..se acordarán de nosotros, nos extrañarán….a final de cuentas son criaturas de Dios.